Parte I

En la tarde de un día radiante, Caminaba ligeramente por el puerto principal una hermosa mujer, belleza incomparable, que quienes la miraban le seguían con la vista hasta perderla en la masa de la gente, su nombre “SOFÍA”. Sofía, mujer delgada, alta de 1.72 cm, con cuerpo de una ninfa, alguna ninfa griega, cuya hermosura traspasaba los límites de la deidad, sus curvas impresionaban a cualquiera, hombre o mujer, perfecta cintura que pareciera que un pintor se hubiese esmerado en hacer tan delicada obra de arte, su cabello hasta la cintura daba fe de lo femenina que era, sus ojos cafés claros impactaban con una penetrante y coqueta mirada. Su piel dócil, suave y deseable hacia que atrajera a aquel que rozara con ella solo una pequeña fracción de cutis. Algo que también impresionaba a quien por casualidad cruzaba su vista con aquella dama era su vestir, simplemente enternecía y daba que decir imponiendo su propia moda, dejándose llevar por sus gustos y su “sentirse bien”, faldas, shorts, pantalones, licras, etc. Hacían parte de su closet; botas, zuecos, saldalías altas o bajas, cerradas, con correas eran el complemento para su estilo de vida.
Así era Sofía, una mujer que no podía pasar desapercibida por la multitud.