- ¡Buenos días niña! ¿Cómo amanece?- Al otro lado del teléfono la voz de Teresa -
- Bien Nana ¿y tú?
- Un poco mal mi niña… ¿Porqué lo de anoche? ¿Quién te hizo llorar hermosa?-
- Nadie Nana, Nadie…-
- ¡Ha! ¿Entonces?-
- Tú sabes más que nadie que es lo que me aflige… Es solo eso-
- Ah! Mi niña no te preocupes que eso va a pasar ya lo veras…
- No creo Nana-
- Pues, Sofía, yo sí creo… Alguna vez te he quedado mal o te he mentido… ¡No! Nunca siempre he tenido la razón y te he cumplido lo que te he dicho…
- Si Nana pero esto es diferente- su voz se escuchaba entre cortado, apenas podía responder…
- No lo es mi niña, no lo es…- y una lágrima broto de los ojos de Teresa, deslizándose por sus mejillas.

Teresa sabía que Sofía tenía razón, pero de una u otra manera el pesimismo no podía invadir su vida ni mucho menos la de Sofía, el secreto que ambas guardaban era terrible, y si sus patrones llegasen a saber, podría, literalmente, “matarlos en vida”.

- Bueno mi niña, y que tal con la entrevista de trabajo, ¿ya saliste de ella?
- ¡No! ¡Aun no! Hasta ahora voy a entrar.
- Te deseo mucha suerte, sé que ese puesto va hacer tuyo, ¡lo sé!
- Gracias, aunque sabes que no creo en la suerte, pero bueno, Nana dale saludos a mis padres… ¿Siempre llegan hoy?
- ¡Sí!
- ¡Bueno! ¡Feliz día!

Sofía se quedo en el carro, meditaba sobre la conversación con Teresa. La joven, a pesar de que estaba mal por dicha situación, que jamás espero que llegase a ella, tenía claro que debía luchar y no dejarse vencer, por el contrario ganar ese nuevo conflicto y desafío que la estaba acogiendo, y estaba haciendo que su vida se fuera al piso… Ella siempre fue de la ideología del “positivismo” pero, su presente la estaba llevando al “pesimismo”, es así que ese mismo día se reto a ella misma, reto que debía ganar, como siempre un reto por cumplir y llegar al final triunfante...